El equipo de Marcelo Gallardo derrotó por 2-0, con
goles de Gutiérrez y Mayada, a un “canalla” que está peleando los primeros
puestos y estaba invicto en los 14 partidos del torneo local.
El
“millonario” sigue en un nivel superlativo, en el juego y en el carácter que
demuestra equipo. Cuando el juego no se ve en su esplendor, los once de adentro
de la cancha sacan esa “otra virtud” que describe Gallardo que tiene que tener
un equipo para ganar los partidos que por medio del juego no se puede lograr.
Llámese personalidad, amor propio o positivismo que hay hoy en el ambiente
riverplatense.
El envión de la Copa Libertadores mantiene la maquinaria River y
se refleja en el campeonato local. A falta de 1 fecha para el receso por la
Copa América de Chile, lo encuentra en semifinales del torneo internacional, a
tres puntos de la punta del campeonato doméstico (con un partido menos) y por
empezar la Copa Argentina.
River,
en este contexto, recibió en el monumental a los rosarinos. El planteo de la
visita fue poder mañatar al local y esto generó pocos espacios al inicio del
encuentro. Uno de los indicados de romper esos cerrojos defensivos fue Leonardo
Pisculichi que a los 13 minutos conectó un pase que tenía trayectoria de
izquierda a derecha y dejó con un pase entre-líneas mano a mano a “Teo” que
picando la pelota quebró el cero en el resultado. Últimamente se hace referencia
a River señalando el equipo en sí, el conjunto, y esta fecha no fue le
excepción. Luego del gol y sobretodo en la segunda parte del cotejo, la otra
parte del once titular tuvo que hacerse fuerte, la defensa. De la mano de
Barovero, quien fue peloteado durante 15 minutos, River mantuvo su arco
imbatible. Tuvo que “trabajar todo lo que no lo hice en Brasil”, así lo señalo
el propio arquero al finiquitar el partido. Fue de los peores minutos en la era
Gallardo, el “millo” se encontró encerrado en su propia área sin podes
reaccionar. He ahí donde apareció el estratega, el entrenador del “más grande”
para meter mano en el once, Boyé por Cavenaghi, Solari por Ponzio y lo esperado
Pablo Aimar por Pisculichi.
Uno de los ídolos más grandes volvió al monumental.
Con una carga positiva extra al ambiente, el local pudo cumplir con el famoso
“goles que no haces, goles que te hacen” y
a los 44 minutos, Camilo Mayada se llevó por delante la pelota para el
2-0. La jugada fue curiosa, el centro llegó desde la derecha por medio de
Augusto Solari, Boyé conectó de cabeza y reventó el travesaño, y de ese rebote,
sin reacción, el uruguayo impactó sorpresivamente el balón a la red. El regreso
de Aimar, poco más de 14 años después, con sus asociaciones en espacios reducidos
y su habilidad para ponerle el cuerpo a la pelota fueron la frutilla del postre
en otra fiesta que otorgó River a sus hinchas en el monumental.
Augusto Cornes
TW: @augustocornes