Satisfacciones y dolores maradonianos
Eterno Maradona, “astro del fútbol mundial” palabras que se escucharon salir de la boca de Víctor Hugo Morales en el mundial de México 86, hace poco, 30 de octubre cumplió 52 años.
Una vida con altas y bajas, una montaña rusa de emociones, momentos de gloria celestial y de infierno despreciable. La copa del mundo de 1986, como la máxima expresión de nacionalismo argentino, y uno de los hitos más recurrentes cuando se nombra al “Diez”. Como las gambetas del Diego, este informe no tiene un sentido claro y no goza de ser previsible, porque su misma vida no lo fue. Peleas, amores, odios, como generalmente ocurre con figuras de tan alto calibre, de tanta trascendencia universal, dividen las aguas, o estas con él o contra él, no existen los grises.
Desde la gloria vistiendo la celeste y blanca con la argentina, lograr lo imposible con el Napoli en Italia, hasta los hijos no reconocidos y tener la mala compañía de las drogas. Diego Armando Maradona, un nombre que agotó los adjetivos cuando se trataba de su habilidad dentro de la cancha. Único, su nombre se convirtió en su propio adjetivo ya que realizaba acciones que sólo a él se le podían ocurrir. “La mano de dios” y el gol a los ingleses arrancando en mitad de cancha esquivando “conos” llamados Beardsley, Reid, Butcher, Fenwick y finalmente Shilton.
Con la redonda en sus pies, era capaz de todo. “Tiene la mejor pegada que vi en toda mi vida, potencia y presición” dijo Miguel Brindisi. Todo argentino se deleita viendo al diegote cuando invoca a su pierna izquierda y se pone a hacer jueguitos parado o sentado con una pelota de fútbol, de tenis, de golf o cuando por ocio le pega en reiteradas ocasiones al travesaño de un arco de fútbol desde una distancia. Como también, todo argentino se llevó un susto grande y se largó a llorar cuando se enteró de su muerte que no fue tal, el 10 de Octubre de 2009. La falsa muerte del genio del fútbol que por unos instantes captó la atención de toda argentina, Nápoles, Sevilla, Barcelona particularmente, como así también de todo el mundo.
Por más que muchas veces se tenga que separar al Diego en dos enfoques, el Maradona dentro de la cancha, que es aquel que fue disfrutado por todos e hizo alegrar a millones y al Diego fuera de ella, con sus problemas, él es todo ese conjunto, sino no sería él. Y a pesar de que más de un periodista lo haya matado con esa nefasta e inverosímil noticia de su muerte y de sus problemas con la adicción, Maradona sigue vivo y es un símbolo argentino, es sinónimo de argentina en todo el mundo.
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